Hoy soy un hombre feliz, que puede ver a su familia, y soy útil porque me incorporé al trabajo en el campo. Y además de todo eso, la puedo ver a usted. Y usted y sus colegas son mi visión, no lo olviden nunca. Muchas gracias siempre. Yo me emocioné mucho. En sus palabras estaba su familia, su pueblo y el mío que nos trajo hasta aquí. Y yo lloré, con aquel hombre tan humilde, que recordaba perfectamente, que hizo un viaje largo y me buscó por todas partes para enseñarme sus ojos nuevos para ver la vida.
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